Piense en la casa donde usted vive. Trate de recordar o averiguar cuánto valía el metro cuadrado de vivienda residencial en ese sector hace 5 años, y luego revise el precio actual por metro cuadrado. ¿Es el mismo? Seguramente no. En condiciones normales de mercado, es altamente probable que haya encontrado que el valor del metro cuadrado en su zona se ha incrementado en los últimos cinco años, por decir. Con esto, supongamos una vivienda de 70 metros cuadrados, hoy en día vale más que lo que costaba hace cinco años.
Imagine que hace cinco años usted tenía en su armario el dinero para comprar esa vivienda, pero prefirió no comprarla y conservar el efectivo. Hoy, cinco años después, usted decide sacar el dinero y salir a comprar la vivienda. Al buscar un inmueble de 70 metros cuadrados, usted se encuentra con que el dinero que tiene ya no alcanza para comprar esa vivienda. Ese faltante que tendría hoy para comprar la vivienda que no compro hace 5 años, es lo que se conoce como la perdida del valor del dinero en el tiempo.
Valor del dinero en el tiempo
La perdida de poder adquisitivo del dinero en función del tiempo, es la base para reconocer un pago sobre dinero y proteger su poder adquisitivo. Así, cuando un inversionista que dispone de dinero en el momento presente, liquidez, se le solicita facilitar sus recursos para un proyecto o empresa, lo que primero espera como mínimo es recuperar su dinero en condiciones iguales en las que lo entregó. Con esto, es necesario reconocer un pago que devuelva al dinero suspendido su capacidad de intercambio por bienes y servicios. Como estándar general en finanzas, ese valor mínimo a reconocer se tasa con base al incremento general y sostenido de precios del mercado de un país, que en economía se le denomina inflación.
La decisión de adelantar inversiones o de tomar recursos de terceros debe tener en cuenta este fenómeno de deterioro del dinero. Así es fácil reconocer que si una persona decide prestar dinero, y solo espera lo prestado, en realidad está perdiendo, porque el dinero valdrá menos. Hasta acá solo hemos hablado de un fenómeno natural de los mercados, pero el tiempo también afecta el dinero de otras maneras.
Costo de oportunidad:
El dinero líquido concede a su tenedor una facultad de inmediatez. Esto es que contar con recursos disponibles en el momento permite tomar decisiones y adelantar acciones que pueden redundar en un beneficio. Tales acciones pueden ser en forma de gastos o en forma de inversión, dado que con dinero se pueden adquirir bienes o servicios que satisfacen una necesidad de la persona, o porque esos recursos pueden dedicarse a alguna actividad que genere ganancias.
Como puede evidenciarse, contar con liquidez genera una condición en la que hay un potencial de obtener bienestar. Solicitar recursos líquidos a una persona para un proyecto de un tercero, implica que la primera está sacrificando potencial bienestar a favor de la segunda. Este sacrificio es lo que se conoce como el costo de oportunidad.
Para motivar a alguien o alguna empresa a que sacrifique su bienestar potencial actual implica generar un incentivo, pero no de cualquier manera. Este diferencial que se va a ofrecer al futuro inversionista o prestamista debe superar su expectativa inmediata de beneficios para que este decida preferir el dinero futuro en contra de su liquidez.
Dicho lo anterior, usted puede deducir que cada inversionista tendrá su propia expectativa de beneficios potenciales y, por tanto, evaluará de forma diferente las implicaciones de sacrificar su liquidez. Esto hace que el análisis del retorno esperado sea variable y subjetivo, y, por tanto, debe entenderse como un típico proceso de negociación entre partes. Sin embargo, es importante resaltar que existen métricas o metodologías estandarizadas y técnicas para estimar esta rentabilidad de forma que pueda hacerle frente a la subjetividad. Nuestros asesores en Buenanzas son expertos en el uso de estas metodologías.
Riesgo:
Un último elemento a considerar en la relación del tiempo con las decisiones financieras es el riesgo. Este concepto debe entenderse, al menos en materia de inversiones, como la probabilidad de no alcanzar las cifras de retorno prometidas. El riesgo es un elemento que está afectado por muchas variables, y por ahora consideramos solo su relación con el tiempo.
Imagine que existe una promesa de retornos en unas condiciones de mercado dadas. Supongamos que su hermana le pide prestado un dinero a un plazo de un mes, y ella en este momento se encuentra adelantando un trabajo que le dará una remuneración suficiente para los próximos 2 meses. Así, que la visión del riesgo, o probabilidad de no pago, parece baja. Suponga que ella prefiere pedirle el dinero con un plazo de un año para su reembolso. Sabiendo que ella por lo pronto solo tiene garantizados ingresos para dos meses, pues su análisis de riesgo varía, en tanto no tiene la certeza de sus ingresos en un mayor tiempo. Esto hace que se tenga una lectura de mayor nivel de riesgo.
Para que el inversionista o prestamista se sienta atraído a sacrificar su liquidez a favor de un retorno futuro, debe haber un proceso de compensación del riesgo que se asumirá. Esta compensación se refleja en la estimación de la tasa de retorno para inversiones, o de tasa de interés para préstamos. Lo relevante es que el riesgo determina lo esperado en el futuro.
Con esto, lo relevante es reconocer que la estimación del retorno de una inversión debe contar con los tres elementos descritos. Con esto, al revisar la tasa de un proyecto es clave tener en cuenta la inflación, el costo de oportunidad y la estimación de riesgo. Así se podrá obtener una rentabilidad que compense de forma adecuada. Cuando requiera estructurar un proyecto de forma precisa, puede ponerse en contacto con el equipo de Buenanzas, especialista en estructuración de proyectos.
Carlos Guillermo Fajardo Segura
Consultor Senior Buenanzas.